domingo, 10 de diciembre de 2006

¿Quienes Somos?

El Club del Libro es una iniciativa que nace en el Departamento de Humanidades y Letras de la Universidad Central en un intento por promover el hábito de lectura y rescatar el disfrute del libro en los estudiantes. Es un conversatorio que se realiza periódicamente en las sedes norte y centro de la universidad, cuyos protagonistas, escritores de reconocida trayectoria tales como Jorge Franco, Mario Mendoza, Arturo Alape, Nahum Montt, entre otros, se han sentado a conversar con nuestros alumnos al calor de un café.Invitamos a toda la comunidad centralista y a la comunidad en general a ser parte de este importante intento de rescatar el libro y la lectura, precisamente cuando la UNESCO declaró a Bogotá como Capital Mundial del Libro para el año 2007.

martes, 7 de noviembre de 2006

Juan Malaver



“No escribir es una condena”


Este boyacense delgado, moreno y alto, reparte su tiempo entre clases universitarias, el cuidado de sus cuatro hijos, la construcción de una casa en el campo, su familia, sus estudiantes y la escritura. En su apariencia se nota su preocupación por los temas de la vida cotidiana. Es una persona seria, y aunque su físico muestre a un hombre duro, un tanto estresado y frío, su poesía devela a un Juan Malaver tierno, sensible, amoroso y con grandes inquietudes literarias.Como muchos escritores que no se han podido acostumbrar al desarrollo de la tecnología y la aparición de los computadores, Malaver escribe a mano “uno valora un espacio en blanco, me gusta esa costumbre de llenarlos a mano” dice, con los ojos clavados en las yemas de sus dedos uniendo las manos, como jugando con ellas.Malaver es Licenciado en Lingüística y Literatura de la Universidad Distrital, Magíster en Literatura de la Universidad Javeriana y actualmente se desempeña como profesor del Departamento de Humanidades y Letras de la Universidad Central. Confiesa que se inclina más por la poesía que por la narrativa, y lo justifica diciendo: “la poesía permite ser uno mismo en un instante”, aunque aclara que trata de empatarla con la narrativa, pues considera que tiene la responsabilidad de no dejar de lado ninguno de los dos géneros.Dice que siempre tuvo claro el oficio de la escritura, pero escribe seriamente, como proyecto de vida desde hace 13 años; proyecto que le ha traído muchas satisfacciones: ganó el primer lugar en el Concurso de poesía Universidad Distrital en 1995, finalista en el Concurso de Poesía Universidad Externado de Colombia (1995), E igualmente por Colombia en el Concurso Internacional de Cuento “La Felguera” en España (1996). Obtuvo el primer puesto en el VII Concurso Nacional de Poesía Universidad Externado de Colombia (2001), entre otras distinciones. Con El octavo día, ganó el primer lugar en el Concurso de Poesía CEAB-ICBA (2001). Para Juan Antonio esos premios y distinciones son “impulso, energía, reconocimiento a una labor solitaria y tremendamente ardua”, dice.En la escritura, le interesa el tema de la soledad, la carne, la distancia, los ojos. A pesar de que no tiene disciplina para este oficio, cuando no lo ejerce, agrega que “es como una condena, porque hay un vacío de lo que no se hizo”.Producto de esa dedicación y sacrificio de tiempo con su familia, Malaver tiene listos un libro de cuentos de género negro, otro para niños, una colección de más de 30 cuentos para adultos y tres libros de poesía. Escribe –como él mismo dice- desde lo más tierno hasta lo más sórdido, por ese sentimiento de trascendencia que percibe de la literatura y con el que seguirá viviendo hasta que le llegue su Octavo día.
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El Octavo día:La firme espera de un poeta Malaver Rodríguez, Juan Antonio. El octavo día.Tunja: Consejo Editorial de Autores Boyacenses, 2001.



Por: Zulma Martínez PreciadoDocente del Departamento de Humanidades y Letras




Con Juan Malaver la palabra escrita deambula en paisajes inhóspitos de vida, miradas fantasmagóricas de jóvenes y viejos reticentes al olvido; naturalezas que dignifican sueños, incluso humanos placeres de un primer amor; viajes que describen el sentir de Odiseo, y mundos sobrenaturales (equiparables a los descritos por Juan Rulfo) que martillan la conciencia de quien frente a espejos y ventanas espera un octavo día.El mundo de tiempo en tiempo exige ser descrito y para ello escoge extasiar bajo la tormenta a hombres como Juan, ese "dadivoso niño moreno” que primero en el campo y luego en la ciudad construye cantos de esperanza, recuerdo y orfandad; mano de Adonis que traza lugares hechos música a partir del corazón, los ojos y la razón; por eso sus imágenes y metáforas llenas de belleza, crueldad y bondad son pensadas, añoradas y amadas.Y si el mundo exige ser narrado éste hijo "el cuarto de Olga y José Abel" lo muestra tal cual es: no importa si es de intrigas, de encrucijadas o de pequeños andantes quijotescos que luchan entre Vados diabólicos y Tópagas beatas, siempre conspirando ante cualquier barón que como Calvino almidona su blanca camisa, sinónimo de incorruptibilidad.¿No es acaso éste un homenaje a Ovidio, a Luis Alejandro o esa imagen que en In memoriam perdona el resentimiento del amigo Arturo? y ¿qué decir de la dedicatoria a ese gran poeta de la vida y del amor que en “El Saceño” pone todo su ser?A través de éste libro (Premio de Poesía CEAB en 1999) -que se impregna de campo, de ambientes espectrales, de recuerdos infantiles marcados por cansancios prematuros, de viajes y partidas, de calles empolvadas matizadas por el sol de los venados y de los sabores propios del silencio, la soledad y la muerte- puede vislumbrarse la propia imagen del poeta...un hombre de ojos "aparentemente huraños”, que en verdad albergan una infinita ternura, cuya sensibilidad terrígena, sinfonía de olores, colores y sonidos naturales se decanta en el ambiente citadino: en este mundo hecho de cercas, hecho de lenguas que aparentan. Sí el poeta es egoísta, sí, el poeta no compra amistad, él se da como la vida y juega a ser amado o despreciado para siempre.El octavo día no puede ser más, sino aquél en el cual nuestras mejores galas justifican sonrisas vencedoras de miserias y soledades que renunciaron a mendigar pedazos de besos hechos amor. Hoy San Gabriel deja el miedo peregrino; ya no es cuero, ni camino a la riqueza, está simplemente como templo arquitectónico donde la lírica esculpió recuerdos nostálgicos de aquel que lloró, rió y se embriagó.




miércoles, 1 de noviembre de 2006

Oscar Pantoja


Oscar Pantoja

“Primero la literatura y después el cine”

Oscar Pantoja considera que tanto el cine como la literatura son industrias y se dedica a ellas por completo. Estudió un semestre de cine y fotografía en Unitec y se retiró para aprender mientras trabajaba en post producción en varias programadoras.Escribe desde los 13 o 15 años, no percibía la literatura de una forma académica, sino más personal y en épocas de talleres de literatura gratis, tomó el de la Universidad Nacional, el del Externado, el de la Autónoma y el de la Central.En el cine, ganó el premio Nacional de cinematografía en la modalidad de mediometraje con El último cuento de Edgar Allan Poe en 1998. Ha trabajado en varias instituciones y Universidades en las asignaturas de video argumental, digital, documental, guión y adaptación de texto literario a la imagen.La escritura de El hijo le tomó un año, pero sólo hasta el 2001, luego de corregirlo y criticarlo, “su” hijo dio a luz, y lo presentó al Premio Nacional de Novela Inédita “Alejo Carpentier”, con el que ganó el primer puesto.En el mismo año, ganó en la categoría de cortometraje para internet el Premio Nacional de Cinematografía con el proyecto Un mal sueño, un cortometraje de un minuto y 13 segundos de duración.Pantoja tiene en su mesa de noche 5 o 6 novelas, y para sorpresa de muchos dice que “2 o 3 novelas han salido de una” y se queja que escribe “siempre, menos cuando tengo ganas”. Es partidario de los talleres literarios, porque la crítica es buena para un escritor.Sobre la educación del cine en Colombia, Pantoja lamenta que haya mucha gente varada por la misma superpoblación en los medios audiovisuales y las pocas posibilidades de trabajo. Considera que la parte teórica tiene un buen nivel, pero las falencias del cine están en el “cómo hacerlo”, es decir, en la técnica.En la actualidad lleva a cabo un Taller de Literatura con Nahum Montt (El eskimal y la mariposa) y considera que tiene más criterio ahora. Hace apenas 3 meses dice que es escritor, pero profesionalmente escribe desde hace 6 o 7 años.Le molesta que el cine se vea como una cuestión “de moda, de jet-set”, más que como un lenguaje audiovisual, tema al que hace hincapié sobre la necesidad ponerle más dedicación, el tema principal del cine es ver “cómo se cuenta” una historia.Actualmente está más dedicado a la literatura que a los proyectos de cine, realiza una conferencia de Cine y Guerra en Bibliotecas públicas, elabora –por encargo- un libro sobre el empleo y acaba de realizar el documental Joyeria Tumaco, Beca Nacional de Orfecbrería Min-Cultura 2004, mientras tiene a punto de parir una segunda novela en la que critica la decadencia, escenificada en la ciudad, a donde vino de Ipiales siendo muy niño, a mover las industrias.
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El Hijo, Oscar Pantoja, (2002) Ediciones Universidad CentralPor: Oscar GodoyDirector (e) Departamento de Humanidades y LetrasMás allá de la historia de venganza, maltrato y parricidio, lo primero que salta a la vista en el hijo de Oscar Pantoja, ganadora del segundo concurso de Novela Breve para Novelistas Inéditos Alejo Carpentier y editada por la Universidad Central, son esas frases cortas, directas, sin espacio para la digresión o para la pausa. Frases escuetas, sin adornos, que a pesar de su sorprendente economía son suficientes para delinear con claridad, para sólo referirme al fragmento que acabo de leer, un transcurso del tiempo, una historia personal e incluso un primer esbozo de la psiquis atormentada del protagonista.No hay casi en las 70 páginas de la obra un instante de reposo. El lector, desde estas primeras líneas, puede llegar a sentirse como si se enfrentara al primer descenso, el más vertiginoso, desde la cima de una enorme montaña rusa. Pero a diferencia de estos aparatos, diseñados para divertir mediante la dosificación del pánico, en ésta montaña rusa no hay ascensos cortos para recuperar el aliento, ni curvas panorámicas y suaves, ni caídas leves, ni un tranquilo lugar de destino, donde el sonriente operario y el frenazo final le ponen un término al tormento de la velocidad y el pánico. No. En esta montaña rusa verbal diseñada por Pantoja no hay más que una caída vertical, una sola y terrible sensación de vacío en el estómago, un solo pánico, un solo grito que por la fuerza del viento (del relato) resulta imposible dejar salir de la garganta.Tras la primera zambullida, y a la vista del abismo sin fondo que lo espera (del que cabe esperar cualquier cosa, por los indicios iniciales), el lector todavía tiene (a la vuelta de la segunda página) una oportunidad: aún es posible apretar la palanca de expulsión, abandonarse y dejarse mecer por el paracaídas, de regreso a la vida de todos los días, a las lecturas cómodas, a la seguridad de los lugares conocidos. No tiene mucho tiempo para ello. Si persiste en avanzar, o si definitivamente se considera uno de esos amantes de la emociones fuertes y de la adrenalina en su estado más puro, ya no será posible optar por la evacuación. Ya estará atrapado, indisolublemente, por el abismo. Ya no podrá despegar sus ojos. Ya no podrá parar hasta el inefable punto final, tras una eternidad de frases cortas, de diálogos cortantes, de escenas más o menos brutales, de reflexiones enfermizas.Porque hay un ritmo imposible de ignorar en esta obra, una inercia, una voz propia, un tono particular, despiadado, pero extrañamente envolvente. Reynaldo Monte, narrador y protagonista, es un hombre obsesionado. Lo obsesiona el odio hacia su padre, un oscuro mecánico de autos que cometió el acto irresponsable de arrojarlo en el mundo. Odio hacia su esposa Sandra, degradado por un creciente complejo de culpa y un cierto pánico ante la perspectiva de la separación. Y odio hacia sí mismo, hacia todo lo que es, solo contrastado por un rabioso, instintivo apego por la vida. El protagonista no piensa en nada más. No se distrae con el paisaje urbano, con las muchachas que caminan en la calle, ni siquiera con lo trancones del tráfico o con el cambiante clima de la ciudad. En su cabeza no hay espacio para nada distinto al odio reconcentrado.Reynaldo Monte es un personaje intenso, de la manera como lo jóvenes de hoy utilizan esa palabra. Nada escapa a su particular y mezquina percepción del mundo, a esa forma de captar detalles ínfimos y de encontrar significados siempre en contra suya, ofensivos e hirientes, en los gestos de los demás, aún en los más inocentes y tiernos. Nada es bueno, nada perdura, nada vale la pena. Aún el sexo es herramienta para transmitir desprecio.La pasión por el cine de Oscar se evidencia en la edición y el montaje entrecortado, rápido, de las distintas escenas, el narrador siempre habla en presente, frenéticamente, como si tuviera una cámara al hombro, inestable y capaz de crearle marea al espectador. Y para avanzar en el tiempo conservando ese manejo del presente, realiza cortes rápidos, saltos en la acción, pasos adelante que permiten ubicar a Reynaldo Monte en una situación determinada (escondido en un hotel, angustiado en una clínica, cerca del taller de su padre), desde la cual reconstruye y trata de interpretar –desde su muy particular punto de vista- los sucesos recién ocurridos, o narra lo que viene a continuación, con la frialdad de un médico forense, sin ocultar detalle.De la mano con ese ritmo, con esa velocidad y con la acertada utilización de los recursos nombrados, el lector no tiene más remedio que adentrarse en el abismo, en el relato de Reynaldo Monte, en el relato de unas pocas semanas de su vida, un período crucial pues constituye el momento en que alcanza sus límites, los rebasa e inicia la ruptura con todo aquello que odia tan visceralmente.Y cuando por fin aparece ante los ojos el espacio en blanco que indica la cercanía del final, o el final mismo de la brutal caída, es el momento para agarrarse muy fuerte del asiento y esperar el impacto. A estas alturas sólo habrá una seguridad: no es posible escapar ileso. Estrellado, maltrecho el lectores levantará entre los restos de la montaña rusa, preguntándose qué lo forzó a sostenerse allí a pesar de todo. Y la respuesta, una vez más, estará en ese vértigo, en esas frases desesperadas, que más de una vez encierran verdades esenciales para cualquiera de nosotros, y en ese pedido de auxilio que alcanza a escucharse detrás del complejo, obsesivo, contradictorio mundo interior del protagonista.¿Novela corta? Claro, no cabe duda que si puede leerse en muy pocas horas, y si no pasa de las 100 páginas, se ajusta a esa categoría. Y más aún en este caso, cuando la sensación de vacío obliga a leer más rápido, a devorar página tras página, espoleado por la morbosa curiosidad de saber hasta dónde será capaz de llegar el buen Reynaldo. . Pero la intensidad de la experiencia, la desoladora imagen que deja en la memoria, el excelente manejo de la narración y del ritmo, son elementos que cuestionen esa categorización. El hijo es una novela corta en extensión, claro, pero larga por las inquietantes huellas que marca la memoria..

jueves, 19 de octubre de 2006

Roberto Rubiano Vargas


“Todo debe estar supeditado al oficio”


Desde muy joven, Roberto Rubiano Vargas se dedicó a la lectura en sus ratos libres de colegio. Cuando le explicó a su madre que quería ser escritor, ella le preparó un estudio para trabajar, “mi mamá fue muy estimulante para mí”, y después le reclamaba: “¿qué pasa que no escucho la máquina de escribir?”.Cuando tenía 17 años, se le solicitó un escrito sobre deportes, y como cada estudiante tenía la posibilidad de escoger sobre qué deporte quería escribir y Rubiano escogió el tenis. Su trabajo fue una detallada y dedicada descripción literaria del tenis Croydon en lugar de detenerse en las particularidades del deporte blanco. Al fin y al cabo, lo suyo era la literatura…Desde muy joven se dedicó a la fotografía, pero alude que “uno no quema neuronas con la fotografía”. Se confiesa un enamorado del Quijote, de la historia y su vida la ha dedicado al ajedrez.Necesitaba una historia de amor y otros cuentos de Bogotá es el resultado de más de 25 años de trabajo, siendo 1981 la fecha en que escribió el primero. El libro lo pensó en conjunto y alude que “quería que el libro tuviera un espíritu”.Con su padre pasaba muchos días haciendo recorridos por la ciudad, mientras oía los comentarios de su padre acerca de la ciudad antes de los cambios que se fueron evidenciando con el tiempo.El libro fue escrito en su mayoría en Quito, donde pasó muchos años de su vida, así que está plasmada “la Bogotá que se quedó en mi memoria”. Venía a la ciudad a refrescar la memoria y así se fueron construyendo todas las historias de esta publicación.Sobre la escritura afirma que “no tiene la disciplina que quisiera”, pero a diario al menos escribe una línea: “Uno no debe tener dudas en el oficio de la escritura”. Agrega que la obra de todo escritor tiene un sentido, pero critica a esos “escritores” con más deseo que realidad, quienes se confiesan y a quienes reconocen como escritores, pero no escriben.El escritor plantea que se debe tener una “fuerte determinación” , la cual se complementa con el talento, pero que todo en la vida debe estar supeditado a la literatura.Así fue como dejó su vida en Ecuador y regresó a Bogotá para sentir la literatura como siempre la sintió y continuar el oficio que lo estimuló a escribir sobre el tenis Croydon.
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BOGOTÁ NO NECESITA UNA HISTORIA DE AMOR SINO UN RECORDATORIO LITERARIO DE SÍ MISMORoberto Rubiano, Necesitaba una historia de amor y otros cuentos de Bogotá, Bogotá, Villegas Editores, Colección Turquesa Narrativa, 2006, 348 Págs.
Por: Eduard Arriaga, Profesor Catedrático Departamento de Humanidades y LetrasLa ficción siempre ha representado una amenaza para el mundo y, especialmente, para aquello que llamamos realidad. Ejemplo de ello es el caso de Salman Rushdie, quien a partir de la publicación de su novela Los versos satánicos, será perseguido no sólo por los mullahs integristas de Teherán sino por todos los representantes de los dogmas religiosos, políticos y morales existentes a lo largo y ancho del planeta. Pero dicha persecución es un olvido de lo que es la ficción en particular y la literatura en general. El mismo Rushdie, a propósito, dirá que la ficción no expone la trasgresión explícita y obscena de las prohibiciones y de los tabúes sino que aporta un cambio de percepción; aporta “ángulos nuevos para penetrar en la realidad”. Es decir, la ficción es una representación que, si revela la realidad lo hace a través de la representación o de la refracción prismática de la misma.En el caso colombiano no podríamos hablar actualmente de persecuciones ni de censuras tan drásticas como la ocurrida a Rushdie –No tenemos un componente teológico tan fuerte ni tan poderoso, y si acaso hay censura es por parte del público lector o de otras instancias por razones más alfabéticas y analfabéticas. Lo que si ocurre, por supuesto, es que la literatura y la ficción continúan aludiendo a la realidad, apostando por un cambio de perspectiva, por una representación que al des-formar revela. Tal es el caso de Roberto Rubiano, con su nuevo volumen de narraciones titulado Necesitaba una historia de amor y otros cuentos de Bogotá.En este libro el autor bogotano recorrerá la historia de la ciudad y en general del país durante algo más de un siglo, intentando representar las dinámicas y las sensaciones propias de cada momento. El texto tiene algo así como dos niveles: Uno formado por lo que podríamos denominar cuentos o relatos cortos, cuyo título son el nombre de la ciudad y un año del siglo XX o XXI; El otro está formado por relatos de mayor extensión y, algunos de ellos, con estructura, con voz y con pretensión de novela. El primer nivel, que podríamos denominar cronológico, se presenta en un orden retrospectivo si apelamos a un tipo de lectura “rollo” –en el sentido que Cortazar le da a este concepto en relación con la lectura-, partiendo de Bogotá 2004/1980 hasta el último de sus cuentos titulado Bogotá 1900. El segundo nivel parece estar determinado por ese primer nivel cronológico en el que el lector no sólo cree estar leyendo una historia similar a la relatada en el cuento corto, sino que, además, es presa de las sensaciones propias de cada momento temporal, de cada década, de cada año.A través de los relatos no sólo presentará a los ojos del lector historias con diferentes peripecias, sino que intentará representar o presentar diferentes ángulos de nuestra realidad. Desde la contemporaneidad del siglo XXI en donde la desazón y la inestabilidad de creencias reina, pasando por momentos tan dramáticos como las décadas del narcotráfico, de la violencia política, de los magnicidios definitorios para nuestra nación, hasta la guerra de los Mil Días -no se sabe si como punto de partida o de llegada-, el autor presentará ese ambiente de incertidumbre, de misterio y de impotencia al no tener el poder de saber qué es real y qué no. Y eso es precisamente lo que cada uno de los personajes de sus textos nunca saben cuando se ven envueltos en los problemas cotidianos y especiales a los que él los enfrenta. Nunca sabrán si son víctimas o victimarios frente a las circunstancias que los rodean; Si el amor de su vida es el asesino o el culpable del delito; Si lo que hacen es lo indicado por la ética comunitaria de la justicia, o si por el afán de vivir se convierten en cómplices impotentes.El otro elemento que permite a Rubiano representar esa realidad circundante y ponerla en emergencia, es el mismo lenguaje. Los cuentos se desarrollan a través de un estilo ágil, cinematográfico o televisivo, recurriendo a la experiencia del autor como fotógrafo y cinéfilo de vieja data. No obstante, dentro de su representación, más de la mitad del texto – sobre todo aquellos cuentos y relatos contemporáneos- se definen mediante una voz narrativa constante. Esto se convierte en un defecto puesto que con cada personaje, con cada narrador uno esperaría encontrarse con voces diferentes, con personas diferentes y con unas perspectivas particulares, pero infortunadamente no es así.No ocurre lo mismo con el resto del texto y, sobre todo con aquellos cuentos más alejados de nuestra contemporaneidad –desde el cuento titulado “Un editor pirata” hasta “Un agente secreto en la guerra de los Mil Días”. A partir de “Un editor pirata”, el libro comienza a mostrar tonos interesantes y propuestas narrativas que evidencian la experiencia artística acumulada por el escritor. El libro, acudiendo a nuestro imaginario respecto a que “lo mejor se deja para el final”, presenta las mejores propuestas para terminar, salvando un texto que inicialmente decepciona y hace que el lector medite una y otra vez sobre lo que está haciendo al leerlo.Por otra parte, frente a una editorial de tanto renombre como Villegas Editores, el lector especializado y no especializado esperaría un nivel editorial significativo, no sólo en el contenido y en la corrección sino en el material. Infortunadamente, el lector atento encontrará algunos errores (erratas) en la presente edición –desatención de los correctores o del editor en jefe-, junto con unos comentarios comerciales poco acertados. No obstante, el texto desde adentro logra salvar esas pequeñas inconsistencias.Finalmente, es importante admitir que el libro de Rubiano logra un cierre digno, acudiendo a revelarle al lector –en términos de Pascal- lo que el mismo lector ha pensado y sentido, de lo que ha sido y sigue siendo víctima: las oscuras fuerzas de la sociedad en la que vivimos o sobre-vivimos. Sin admitir ninguna pertenencia clasificatoria de cada uno de los cuentos –si pertenecen o no al género negro como lo sugiere la presentación del libro- podremos admitir que el texto de Rubiano es –parafraseando a Edgar Solano, personaje de El informe de Galves, uno de los mejores cuentos del volumen y de la novela homónima del autor- un alegato, una acusación y una evaluación del estado de la sociedad, de la cultura y de la literatura misma de nuestro país. Pero ante todo es una apuesta por la escritura en un país donde escribir y leer siguen siendo dominios restringidos y, por lo tanto excluyentes. En ese sentido, es importante extender la invitación al lector para que acuda al llamado de Necesitaba una historia de amor y otros cuentos de Bogotá, que le permitirá no sólo conocer su país, su ciudad o parte de la literatura de su país, sino que le permitirá conocerse a través de esa representación de la realidad que debe ser perseguida…………por el mismo lector.

martes, 17 de octubre de 2006

Piedad Bonnett


Piedad Bonnett


“Yo estaba destinada a la literatura”


Con esa introducción, la escritora Piedad Bonnett recuerda que desde que tenía 5 años leía los libros de la biblioteca de su casa y aquellos que su madre le alquilaba. En esas, se enamoró de la literatura.Licenciada de filosofía y letras de la Universidad de los Andes, Bonnett se ha dedicado en los últimos 25 años a la docencia, “quise ser la profesora perfecta” y lo logró. La filosofa Nancy Malaver recuerda que durante sus clases en el colegio Colsubsidio, por el año 79, Bonnett fue su maestra de literatura. “Siempre nos daba consejos sobre la vida e incluso nos invitaba a su casa a tomar onces. Es una mujer supremamente inteligente y creo que es una persona que tanto en las aulas, como en la vida, ha marcado a muchos”, anota Malaver.Es una convencida de que una manera de hacer conocer a los autores es a través de los concursos. De hecho, Daniel Cristancho, ganador en la categoría de cuento con “La muerte del endriago” de los premios “25 años del TEUC”, hizo parte de un taller dictado por la escritora.De Círculo y Ceniza, fue su primera publicación en 1989, por la cual recibió mención de honor en el Concurso Hispanoamericano de Poesía Octavio Paz. Desde entonces, ha publicado 6 libros de poemas y dos novelas. En 1994 ganó el Premio Nacional de Poesía otorgado por Colcultura por El hilo de los días y Tretas del Débil es su último libro de poemas.Piedad Bonnett también ha incursionado en la dramaturgia junto a Ricardo Camacho, con quien desarrolló un proceso de creación basados en lo que “él como director necesitaba y lo que yo le podía dar”, anota la escritora.Se trataba de que los estudiantes aportaran aspectos personales y lo pusieran en escena, desligando lo emocional y convirtiéndolo en historias. “lo importante era preservar lo que ellos habían hecho, yo pongo la historia, las acciones y le doy un sentido con relación a la totalidad”. Y así fue como el Teatro Libre, bajo la dirección de Camacho montó Que muerde el aire afuera y Gato por liebre.Tanto en la poesía, como en la narrativa de Bonnett, se puede ver esa preocupación sobre los problemas de desarraigo, de desplazamiento “ese tema me impresiona mucho, eso que un niño deja”, anota la escritora, quien se considera una amante de las relaciones humanas, los temas del encuentro y el desencuentro, así como el tema del tiempo: la infancia, la muerte, la conciencia del mismo, “porque uno siempre vive en un afán y el hecho de saber que se es mortal hace que la gente le dé un sentido a los días”.El tema urbano es otro de los puntos que le apasionan, la cotidianidad desde el punto de vista de los sentimientos básicos. Mientras espera su jubilación de la Universidad de los Andes, planea terminar de escribir la novela que tiene como escenario Bogotá, en la época del difunto Julio Cesar Turbay y que plantea el tema del resentimiento.Con todos sus años de experiencia, la escritora no duda en decir que todos los seres humanos tienen algo que decir, por eso, de alguna manera todo queremos ser escritores, poetas, pero asevera que no hay que ser escritor por el simple hecho de ser escritor. Anota que hay que tener paciencia y la palabra debe apoderarse de la persona, dice que cuando se escribe, hay que tener en cuenta palabra por palabra y lo más importante de todo para un escritor es la lectura, “quien no lee no escribe”. El talento no hace un escritor, “la paciencia más el talento más la disciplina, son las claves de un escritor”“Quiero leer, leer y caminar mucho”, seguramente buscando en esas caminatas, esa inspiración para su ya reconocida poesía que seguirá alimentando las letras colombianas.
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TRETAS DEL DÉBIL
(2004) Editorial AlfaguaraEste libro de poemas esta planteado en tres partes. La primera parte Palabras Iniciales, est´pa compuesto por 21 poemas, donde la escritora plantea las situaciones de desplazamiento de una población, sus circunstancias, así como diferentes miradas de experiencias personales, signadas por el racismo, la violencia y las enfermedades que azotaron en una época a Amalfi, el pueblo natal de la escritora. “Los poetas no se camuflan, es pertinente hablar de las vivencias personales, siempre y cuando éstas sean universales”. En esta primera parte, es clara la presencia de elementos de autoritarismo, y la importancia de las relaciones padres-hijos en las primeras etapas de vida.La segunda parte Lugares comunes, está a su vez dividida en dos, la primera de ellas, toca el tema urbano muy de cerca desde un bus o desde la primera plana de un periódico rojo, así como la mirada de la situación social de muchos a través de los ojos de personajes universales. La segunda parte de Lugares comunes plantea personajes particulares como estudiantes y nombres propios, incluso un poema que remembrando lugares lejanos y música de otras épocas.La tercera parte es Tretas del débil, donde la poeta ubica poemas de amor que oscilan entre la esperanza y la desesperanza, casi todos con epígrafes y aludiendo al Josefina Ludmer, de quien tomó el título de este libro de poemas.

miércoles, 11 de octubre de 2006

Falleció el escritor Arturo Alape

El pasado domingo el escritor Arturo Alape falleció a los 67 años en Bogotá a causa de una penosa enfermedad contra la que luchó sus últimos años de vida.
El Club del Libro manifiesta su dolor por la desaparición de este gran artista que contribuyó a la memoria histórica del país con numerosas publicaciones, entre ellas, "El cadáver Insepulto", libro sobre el cual se refirió el autor en una de nuestras sesiónes.
Paz en su tumba.

viernes, 22 de septiembre de 2006

Miguel Angel Manrique


"Se necesita tiempo para madurar"Con una honestidad espontánea, Miguel Ángel Manrique acepta que antes tenía la prisa del escritor, mientras le da a su pequeño Alejandro de 11 meses de edad, un plato de carne con arroz cucharada tras cucharada. El pequeño, que vive sumergido en una laguna de sonrisas, mira a su papá con cara de no entender, cuando él dice que hay que perder el romanticismo.

Alejandro apenas entiende que su papá era un romántico, pero ya tiene en su biblioteca privada un libro de su padre.Manrique publicó por su cuenta su primer libro de cuentos el año anterior, desde cuando se dio cuenta que escribir historias era “chévere”. “La mirada enferma” es una compilación de 7 cuentos. La edición en 500 ejemplares le significó al escritor $12 millones de pesos y afirma que hay que “mostrar para que un escritor cuaje”. En 1987 formó parte del Taller de Escritores Universidad Central, demostrando desde muy joven su inquietud por las letras. Tiene claro que la literatura comprende a los editoriales, los escritores, los eventos, pero que el secreto es la disciplina y la constancia.Justamente, en el pequeño estudio donde dedica sus horas a una novela, a varios cuentos, y a su trabajo; tiene pegado con cinta pegante en la pared, un horario que resalta con colores sus actividades diarias, donde reparte sus clases en la Universidad Externado de Colombia, las actividades familiares y su compromiso como escritor dedicado y perseverante.

Tiene dentro de un cajón desde hace mucho tiempo un libro de poesía listo para publicar.Como creador de historias, Manrique afirma que desmitificó que la literatura es una expresión elevada del espíritu; considera que como escritor no hay un misterio oculto que nos se pueda aprender; sus personajes se crean de una mezcla de características de muchas personas que conoce y dice que no son estereotipos.Afirma que se inclina por lo que conoce y que cada escritor tiene una concepción muy personal del mundo, reconoce que las historias están en todas partes, y asegura que un escritor es aquel que escribe y que este oficio es una labor solitaria.Manrique esta buscando escribir algo “chévere” y está en la búsqueda. Escribe para los lectores porque considera que hay que decir algo, pero no es pretencioso.Regresa de la habitación de Alejandro y le acerca unos juguetes, los pone con cuidado sobre el sofá para el niño de la sonrisa eterna juegue y remata: “Hay una madurez que llega. Ahora todo va poco a poco”.
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Manrique Ochoa Miguel Ángel. (2005). La mirada enferma. Bogotá: Taller de Edición
Cuando Miguel Ángel quiere vestirse de Caribe, no le queda más que hacer del morrión celada, se monta en su pantalón rojo, sale a la lluvia y empieza su travesía de andante caballero de las palabras, con los estudiantes, con los amigos, con la escritura. Este ejercicio de narrador le viene de tiempo atrás, de sus años mozos, de su tiempo en la Universidad Nacional -cuando le enseñaban la omnisapiente rigurosidad del “crítico”-, de la época de la “conciencia del ser latinoamericano” por aquello de ser “Sudaca” en Barcelona, de su educación sentimental, de su actual condición amorosa; en fin, nació con la mirada estrábica hace 39 años en El Carmen de Bolívar y desde entonces no ha hecho otra cosa que ver el mundo a través de la literatura. A los 20 años se inscribió en el Taller de Escritores de la Universidad Central, ya lo tenía más que claro ¡Iba a ser escritor! Luego se fue a probar el mundo, llegó sólo hasta el Viejo y regresó cargado de historias. Actualmente le hace trampas no a la fe sino a la Academia, a las montañas de Gabriela, a la fotosíntesis de Alejandro, a los impulsos dionisiacos de los amigos y escribe para tejer relatos como estos de La mirada enferma.La lección de Flaubert: “Saber escribir lo mediocre” ha sido bien asimilada por Miguel Ángel para descubrirnos con las palabras lo excepcional en lo ordinario.

En su texto encontramos una narración limpia, sin artificios de la técnica, sin que se evidencie el oficio del escritor, sin que los juegos con las formas de la narración se sientan como recursos formales, logrando que la historia prevalezca por encima del andamiaje de las palabras. Este libro es heredero, palimpsesto, de otro conjunto de narraciones presentados por Miguel bajo el mismo título al Premio Nacional de Cuento en 1998. Aunque fue seleccionado como finalista, de ese conjunto en la presente edición sólo han sobrevivido corregidos “La mirada enferma”, “La canción del consumo”, “El condón: instrucciones de uso”. De ese mismo periodo, cuando con la fe de carbonero enviaba sus textos a los concursos es Confesiones de un mutante; libro de cuentos que obtuvo Mención de Honor en el Premio Nacional de cuento Ciudad de Bogotá en 2002.

Entonces, La mirada enferma en la versión actual es la primera edición, sin ser y siendo “opera prima” de este temprano contador de historias. La mirada enferma recoge 7 cuentos largos -algunos con aspiraciones de novela corta, pero cuyo autor supo contener en el relato breve- que dialogan en torno a la condición humana, pero sobre todo al hombre y la mujer del común, “just the ordinary people”.Como lectora crédula he buscado que los textos narrativos obren la magia de trasportarme al mundo ficcional que se me ofrece, que el pacto ficcional tácito sea cumplido por las dos partes, sin que ninguno de los dos viole los límites de lo verosímil en ese mundo compartido. Hoy en día muchos narradores nos dan a los lectores en exceso, “nos ubican en contexto” – ha de ser por aquello de “saber hacer en contexto”-, yo creo que nos consideran lectores pasivos, lectores perezosos, en el mejor de los casos videolectores, en el peor ignorantes; y, para estar seguros de que la intención estética es clara para nosotros, ellos nos lo presentan todo, nos lo explican todo, no guardan silencio para que completemos el sentido, se borra la ambigüedad, por ello, no dejan vacíos para que los sentidos se bifurquen. Miguel Ángel no suele caer en el exceso informativo, salvo un poco en el cuento “La mirada enferma”, del cual hablaré luego; al contrario, nos va construyendo la historia de tal forma que cuando llegamos al clímax del relato quedamos con la agridulce sensación del hara kiri involuntario al que nos ha llevado el narrador.“La claraboya” es el relato en primera persona de un hombre al que han secuestrado por error “Lo único que hice a lo largo de mis treinta y cinco años fue trabajar como un burro, ahorrar como una vieja avara e invertir guiado por los consejos de mi profesor de finanzas de la universidad.” (Manrique, 2005, pp.11-12). El tiempo de la narración es el presente de la historia.

Asistimos, pues casi a un monólogo, más cercano al discurrir de la conciencia del personaje en torno a los dos años de cautiverio, sus condiciones de vida, su aislamiento, sus temores, sus añoranzas, sus soliloquios; al final, la salida del hueco, de la claraboya, aún no entiendo a qué ¿a morir? ¿A la libertad? ¿A un nuevo cautiverio? En el segundo cuento, “Taxi”, el juego es entre la primera y la tercera persona en la narración. La primera persona nos deja conocer lo que piensa el personaje principal, la tercera nos lleva a través de las situaciones y los diálogos. Parece una narración clásica, de la tradicional en el siglo XIX y, sin embargo, nos imbuimos en un entramado policiaco con un final de relato negro ¿la historia? Uno de los tantos paseos millonarios nocturnos en Bogotá. El tercer cuento, “La mirada enferma” trae consigo una interesante teoría literaria de un profesor que ha perdido la creencia en la literatura y sólo le queda la amargura “-Es como ver las cosas en un espejo roto ¿Alguna vez se han visto la cara en uno?, pues deberían hacerlo, porque no sólo van a verla graciosa sino destruida, deforme.” (Manrique, 2005, pp. 45); “Ah, los humanistas, jóvenes, los humanistas, como Sastre y tantos otros enfermos, se dedican a distorsionar la realidad.” (Manrique, 2005, pp.46). Todo el cuento es un delicioso hara Kiri en mi condición de profesora de literatura que linda entre la mirada estrábica y el desencanto; no obstante es en este mismo en donde me siento incómoda, el pacto narrativo se ha roto en la página 36, cuando me explica demás y me saca del relato ¿para qué tanto énfasis en la aclaración de lo que un colegio de garaje es?Aunque en los relatos anteriores el amor se ha hecho presente de alguna manera, los cuatro cuentos siguientes giran en torno a historias que más parecen desencuentros amorosos: “en este mundo en este tiempo”, las tragedias amorosas de los ordinary people. En el cuarto relato “Canción del consumo”, el cuento adquiere un cierto tono intimista en el estilo indirecto libre que le permite al narrador ir y venir entre el personaje central, los diálogos y la tercera persona. El cuento es un hermoso y desgarrador homenaje a la imagen: al cine, a la televisión, a las tiras cómicas, a las series norteamericanas, en fin, al consumo, pero también es un juego con la cotidianidad amorosa, un desnudamiento de la convivencia, un ver con el espejo roto la vida en pareja, una iluminación del día a día que va ensanchando un abismo entre dos que insisten en estar juntos ¿Por costumbre? En el quinto cuento me he detenido con especial divertimento, “Mozambique” es un sardónico relato de la vida de uno de los tantos poetas empíricos de nuestro país –Alguien lisonjero dijo que “Colombia era un país de poetas”, desde entonces y siempre han pululado los poetas “primitivos” en las esquinas, en las calles, en los cafés, en las escuelas, en nuestras casas…-; este cuento es definitivamente una negra versión quijotesca del poeta “natural”; parodia divertida y juguetona aún en el apellido: Ochoa de Miguel, Otxoa de Virgilio. Entre el amor a Lisi, el exceso de Neruda y una dosis exagerada de Marihuana, Virgilio Otxoa buscó a Mozambique y encontró su obra Veinte poemas desesperados y otra canción de amor.Igual de sardónico se me acoge el sexto cuento “Click”. Como una novela de la radio o de la televisión, como un bolero de Daniel Santos, como una balada romántica de Mary Trini, vamos entrando a la historia de Sara Luna y Rubem Vallejo, con una estrategia vieja, pero efectiva, el narrador plantea el pacto narrativo con el lector a partir del principio de verdad: “Y así fue como supe, a través de su pequeño procesador de palabras, la historia que voy a relatarles.” (Manrique, 2005, 91). La trama presentada desde este narrador omnisciente es sencilla: nos van a revelar el posible “crimen motivado por los celos”. Con humor negro, con alusiones a la cultura popular, con estructura de novela rosa nos enteramos del suceso: a Sara Luna se la disputan Rubem (Carpintero) y Ancízar (Electricista), gana el que ella elija primero para bailar ese día, 31 de diciembre; Rubem salió victorioso y también muerto “había sido otro simple y desafortunado accidente” (Manrique, 2005, 90).

Finalmente, el cuento “El condón: instrucciones de uso”, nos recuerdan inevitablemente los cronopios de Cortazar y sin embargo, nada más opuesto por el carácter denotativo de la instrucción y más cercano por la tensión global del relato. La historia de María y Pedro es refrescante, por la sencillez, las cosas que le pasan a cualquier par de adolescentes que descubren la sexualidad. El mundo de los jóvenes corrientes, no el de las minorías marginales, porque ya está excesivo ese recurso de contar las historias de los sicarios –sicarias-, bandoleros, asesinos, y demás extremos marginales. Sólo el mundo de los jóvenes humildes, el colegio, la cuadra, los amores, los desencantos porque casi siempre los adolescentes de cualquier clase adolecen, carecen, se duelen, andan dolidos y esas cuitas simples son también de una tremenda actualidad.

Este recuento no tan breve de La mirada enferma es producto de mi lectura estrábica, mucho cuidado con dejarse llevar por mi distorsión, es mejor aceptarla como una provocación primera para una lectura futura no tan crédula.Para terminar una reiteración final, hay en la narración de cada una de los cuentos un dominio del oficio, una clara intención por recurrir a la tradición más que a la ruptura en la forma, volver a narrar historias, pero de este presente que no deja de asombrarnos (violentarnos, desencantarnos, divertirnos, endurecernos); sin recurrir a los artificios de la técnica cinematográfica que logran hacerme sentir que estoy leyendo un guión; o a las historias violentas, extremas del mundo marginal; no nada de eso, sólo el juego de las palabras en busca de un realismo crudo que contiene la vida ordinaria de personas ordinarias vistas con la dulce ironía de la mirada enferma. “Repetimos todos los días una serie de actos mecánicos, estúpidos, así hasta vernos morir llenos de una absurda felicidad que sólo está en la cabeza. Seguramente el cerebro tiene que ver con todo esto. La vida está llena de artimañas, de enredos, para evitar que uno caiga en un estado improductivo, marginal, aburrido.” (Manrique, 2005, 44).

martes, 5 de septiembre de 2006

Reseña

Reseña
La lectura es un proceso que permite conocer y disfrutar, es el diálogo íntimo dellector con el libro. Por un lado, representa un acto de concentración que permiteun aprendizaje y la adquisición de conocimientos, en la que se emplean técnicas deestudio y se selecciona información; y por otro, la lectura es un proceso recreativo quepuede llevar al “relajamiento físico y mental”, es la lectura no obligada, la queresulta más atrayente y enriquecedora.Paloma Alfaro Torres y Carmina Martínez BlancoEl Club del Libro de la Universidad Central tiene como objetivo básico el fomento y la promoción del libro y de la lectura en todos los ámbitos, en especial, en el contexto universitario, y en la formación de los hábitos lectores de la población universitaria en el complejo mundo de la lectura; en ésta participan los estudiantes de las diversas carreras que ofrece la Universidad.Esta iniciativa académica, cultural y literaria nació del seno del Departamento de Humanidades y Letras con el deseo de convertirse en un escenario de encuentro de saberes en torno a una obra literaria con la participación del escritor invitado, los estudiantes y los profesores.El Club de Libro facilita el proceso de leer dentro de un grupo, con esto se pretende interesar a los estudiantes guiados por el docente para que ellos descubran las diferentes facetas de sus interpretación textuales, y sobre todo, ayudar a que adquieran un hábito lector, para lo cual, será muy importante la comunicación entre los miembros del grupo a la hora de interpretar, expresar sus sentimientos, y reflexiones personales que les ha producido la lectura en el encuentro que se programa de manera alterna cada quince días en las jornadas diurna y noche en la sedes norte y centro de la Universidad ; estas sesiones son moderadas por el Director del Departamento, un coordinador del Club y los docentes invitados.Las actividades que programan los coordinadores del Club del Libro se hace en consonancia con las actividades lectoescriturales que se hayan programado en las diferentes materias que los profesores tienen a su cargo en el Departamento, porque con el ejercicio de la lectura se promueve la actuación diálogica y los estudiantes aprenden a expresar y defender sus ideas, a respetar el turno de la palabra, a escuchar y a valorar otras opiniones.MOTIVACIONES Y EXPECTATIVAS DEL CLUB DEL LIBRO- Fomentar el hábito de lectura y el diálogo.- Crear un punto de encuentro para personas interesadas en la lectura.- Conocer nuevos escritores y obras literarias.- Facilitar el gusto por la lectura activa: leer más y disfrutar de la lectura.- Realizar una actividad socializadora dentro de una comunidad determinada a través de la actividad lectora.- Ofrecer nuevas alternativas para el tiempo libre.- Enseñar a analizar los diversos aspectos que puede plantear un libro y los diversos puntos de vistas de sus lectores.

miércoles, 23 de agosto de 2006

Historia del Club del Libro

ESTO FUE… Y ESTO ES EL CLUB DEL LIBRO

A mediados de la década del noventa, surgió en el seno del Taller de Escritores de la Universidad Central el Club del Libro, una actividad que buscaba acercar a escritores y lectores de literatura en un espacio académico. Las reuniones se hacían en la Sala Fundadores y asistían tanto estudiantes como personas externas a la Universidad. En aquella ocasión nos visitaron escritores como Alberto Fuguet, Germán Espinoza, Arturo Alape, Jorge Franco, Evelio José Rosero, Fernando Quiroz, Germán Pinzón, entre otros. Las sesiones –que se realizaban cada quince días- se prolongaron durante dos años hasta que la profesora Luz Carmen Mafiol, egresada del Taller de Escritores y quien tenía a su cargo la organización, se retiró de la Universidad y con esto cesaron las actividades del Club.Corrió el año 2005 y quizá fueron los nuevos vientos del siglo XXI los causantes de la reactivación del Club del Libro, el cual se inauguró al final del primer semestre de 2005 con Nahum Montt, autor de El eskimal y la mariposa, Premio Nacional de Novela del Instituto Distrital de Cultura y Turismo. Hizo también parte de esa primera etapa el escritor Oscar Godoy, coordinador del Departamento de Humanidades y Letras de nuestra Universidad, autor del libro de cuentos Pater Noster.En el segundo semestre de 2005 nuestra universidad se convirtió en el lugar ideal para que escritores que hoy gozan de un reconocido prestigio como Mario Mendoza y Jorge Franco, se sentaran un rato a charlar de sus novelas con los alumnos. Estos últimos respondieron muy bien al leer los libros y mostrarse intrigados en saber asuntos tales como por qué Jorge Franco había permitido que le cambiaran el final de la historia a la película Rosario Tijeras o cual era la relación entre la vida y la obra de Mario Mendoza.No menos importantes fueron las visitas de Lina María Pérez y Javier Correa. Lina María tuvo muy buena acogida con su obra Cuentos sin antifaz, así como Javier Correa, profesor de Comunicación Social, autor de la novela La mujer de los condenados. Más adelante, la escritora bogotana Andrea Echeverri acapararía la atención de muchos estudiantes, quienes llegaban a preguntar en el Departamento de Humanidades si era cierto que la vocalista de Aterciopelados, Andrea Echeverry (con y) se había aventurado a pisar los terrenos de la literatura.Lo cierto es que cuando en el Departamento supimos de la confusión, entramos en pánico, pues el espacio con que contábamos era muy pequeño, pero al final no hubo ningún problema y en la sesión participaron alumnos entusiastas que creían en los personajes ficcionales de Umbrales, la novela de esta bogotana, como en sus viejos amigos de infancia, de esos que se encuentran ocasionalmente en alguna esquina de la ciudad. El turno también le correspondió al caleño Arturo Alape, autor del Cadáver Insepulto, novela que se recrea en la Bogotá de 1948, una época que marcó la vida de este escritor por un recuerdo de infancia en el cual aparecía un hombre con su camisa ensangrentada frente a un par de niños que lo observaban impotente en un ambiente de violencia y destrucción.En suma, el Club del Libro fue y seguirá siendo una experiencia que dejó muchos frutos, tanto para los escritores como para los estudiantes. Los primeros salieron de las sesiones con una gran sonrisa, felices de haber resucitado a sus personajes en boca de sus lectores. Y los estudiantes, nuestros estudiantes centralistas, tuvieron la oportunidad de sentarse al calor de un café con creadores de historias; se encontraron con mundos posibles en los cuales el único boleto de entrada era dejarse conducir a través de las aguas mansas de la imaginación.

martes, 22 de agosto de 2006

Programación II Semestre 2006

Programación
Segundo Semestre 2006Lunes 11 de SeptiembreIván Méndez Sandoval6:00 p.m.-8:00 p.m.Sede norte, auditorio octavo pisoLunes 25 de SeptiembreMiguel Manrique11:00 a.m.-1:00 p.m.Sede norte, auditorio octavo pisoViernes 13 de Octubre
Piedad Bonnett
11:00 a.m. - 1:00 p.m.
Salón Santander - Biblioteca sede centro
Lunes 17 de OctubreRoberto Rubiano Vargas6:00p.m.-8:00p.m.Salón Santander-Biblioteca sede centro
Lunes 30 de OctubreOscar Pantoja6:00p.m.-8:00p.m.Salón Santander-Biblioteca sede centro
Martes 7 de NoviembreJuan Malaver6:00p.m.-8:00p.m.Sede Norte, Auditorio octavo piso

domingo, 20 de agosto de 2006

Iván Méndez Sandoval


“Siento responsabilidad de decir algo”


Bogotano nacido en 1959, terminó sus estudios de Comunicación social, se dedicó a trabajar con población de las zonas más vulnerables de Bogotá y resultó escritor. “Llegué tarde a la literatura, me volví escritor con esta publicación, porque a la gente le ha gustado la novela”, dice refiriéndose a “El cielo a tus pies y el mar a tus ojos”, con una sonrisa cálida, mientras cuenta que aunque ha escrito en diferentes formatos –ha ganado 2 premios de historias barriales- sentencia que “uno no puede publicar cualquier porquería”. Participó en el Diplomado de Creación Narrativa de la Universidad Central en 1994 y admite que éste le brindó las explicaciones técnicas ya utilizadas con la creación de esta novela, la cual estuvo en el horno durante casi 15 años. “Me dediqué 4 meses, todos los días a escribir esta novela a mano, luego la pasé a máquina y por personas cercanas a mí, finalmente se publicó”.Afirma que está feliz con el libro y todo ese tiempo de cocción de la novela le sirvió para repensar muchas cosas, y sacar las obvias.Actualmente trabaja con la Secretaría de Gobierno en el programa “Atención complementaria a la población reincorporada con presencia en Bogotá” y a pesar de vivir la realidad de este país de boca de sus protagonistas –los campesinos, hombres, mujeres y niños desplazados y víctimas de todas las violencias- no pretende hacerlos protagonistas de sus historias: “me toca a diario una realidad, así que cuando estoy escribiendo, no quiero flagelarme con más de lo mismo”.Sin embargo, a través de la historia del pequeño Tonino, un personaje sin tiempo y espacio definido, el autor muestra casi todas las realidades de esta sociedad aplacada por la pobreza, la lucha diaria, la violencia, y el desplazamiento a través de imágenes literarias y poéticas, sin aludir a ninguna de las anteriores palabras.Tiene en su alacena una saga de 7 cuentos que serán 15, así como 3 libros de poesía no editados. Respecto de toda esta producción, el escritor recuerda al maestro Isaías Peña Gutiérrez –fundador hace 25 años del Taller de Escritores Universidad Central-, quien le dijo un día que “hay que estar dispuesto al fracaso”.


Así, sin miedo al fracaso, es que se ha vuelto escritor a la fuerza y añade con una ternura contagiante, que cuando una profesora está leyendo el texto con sus pequeños alumnos, él se dice a sí mismo: “uno como que sí es escritor”.
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ATMÓSFERA DE SUEÑOS
Por: Oscar Godoy Barbosa.Prólogo del LibroUna atmósfera de sueños inunda este libro. Sueños de nubes y cielos, de piedras y de mares, de juegos infantiles y de relatos de aventuras. Sueños aprisionados en un cuaderno que yace en una estación de tren. Sueños de un niño, Tonino, cuya única obsesión es conocer el mar.Tonino imagina el mar, y daría lo que fuera por tenerlo a sus pies. Sus padres, Arenque y Roraima, harán lo que esté en sus manos para conseguirlo, pero enfrentan obstáculos difíciles de salvar. En medio de la abrumadora realidad cotidiana, la imaginación y la fascinación de las palabras son el único camino a nuestro alcance para ir más allá y rescatar ese niño interior, esos sueños acariciados, esas vidas posibles que llevamos dentro.Iván Méndez, comunicador social de la Universidad Jorge Tadeo Lozano, y egresado del Diplomado en Creación Narrativa de la Universidad Central, narra con delicadeza el mundo de Tonino, del que forman parte sus padres, sus maestros y sus compañeros de colegio. Y al hacerlo, evita caer en consideraciones del retrato realista, para concentrarse en las imágenes que colman la imaginación de un niño.El escritor rompe esquemas, esquiva los lugares comunes, encuentra nuevas formas de contar los temas de todos los días. Su herramienta básica es el lenguaje, depurado de acuerdo con sus búsquedas y sus obsesiones, de la mano con la pasión de contar historias y la sensibilidad para forjar personajes y paisajes. Todos estos elementos están presentes en la historia de Tonino, que el autor entrega hoy a sus lectores.

viernes, 19 de mayo de 2006

Programación 2006-I

Programación I Semestre 2006

Martes 21 de febrero§ Juan Álvarez11 a.m. a 1 p.m.Sede Centro-Aula MúltipleJueves 16 de marzo§ Nahum Montt6 a 8 p.m.Sede Norte-Auditorio, Sexto PisoViernes 31 de marzo6 a 8 p.m.§ Oscar GodoySede Centro-Biblioteca, Salón SantanderMiércoles 26 de abril9 a 11 a.m.Gonzalo MallarinoSede Norte, Auditorio Sexto PisoEscritor invitado de la XIX Feria Internacional del Libro de BogotáLunes 8 de mayoCarmen Posadas (uruguaya)9 a 11 a.m.Sede Norte, Auditorio Sexto PisoEscritora invitada de la XIX Feria Internacional del Libro de BogotáMiércoles 17 de mayo§ Flor Romero6 a 8 p.m.Sede Norte, Aula Múltiple, Octavo Piso,

jueves, 18 de mayo de 2006

Dos mil tres lunas, Mitos


Flor Romero es una escritora que envuelve las fábulas sociales y los cuentos tradicionales dentro del vivir cotidiano de esta sociedad mundial tan dispersa. Nace en La Paz de Calamoyma (Guaduas-Colombia), licenciada en Ciencias de la Comunicación, en la Universidad Javeriana de Bogotá, se especializa en Ciencias Políticas de La Sorbonne, París, donde residió 18 años. Fundó la revista Mujer de América, publicación que dirige durante 15 años. Fue Concejal de Guaduas. Por espacio de 8 años fue Primera Consejera de la Embajada de Colombia en Francia. Ha colaborado en El Espectador, El Tiempo, Semana de Colombia, El Nacional de México, El Correo de la UNESCO (París). Catedrática de litera-política en la Universidad Javeriana. En 1993 fundó el PEN CLUB de Colombia. Actualmente es presidenta de UNEDA, Unión de Escritores de América.

lunes, 8 de mayo de 2006

Carmen Posadas



Escritora Invitada de la XIX Feria Internacional del Libro de Bogotá.




Nació en Montevideo en 1953, reside en Madrid desde 1965, aunque pasó largas temporadas en Moscú, Buenos Aires y Londres, ciudad en la que su padre desempeñó cargos diplomáticos. La colección de relatos titulada Nada es lo que parece (1997) la consagró como autora de éxito entre lectores y críticos, distinción que ya había alcanzado con la publicación, un año antes, de su primera novela, Cinco moscas azules (1996). Ha escrito, además, varios libros de literatura infantil, entre ellos El señor viento Norte, que obtuvo el Premio del Ministerio de Cultura al mejor libro infantil editado en 1984, y ha colaborado en la elaboración de guiones para el cine y la televisión.




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Carmen Posadas recrea un "Juego de niños" sobre la maldad infantil *La nueva novela de la escritora uruguaya ahonda, en forma de «thriller» psicológico, en las secuelas de los amores y las maternidades tardías Sobre la maldad en estado puro, ésa que destila la infancia «que aún no ha aprendido a medir las consecuencias de sus actos», y sobre el precio a pagar por posponer el amor y la maternidad hasta etapas tardías ha construido Carmen Posadas las reglas de «Juego de niños» (Planeta), la novela con la que lleva su gusto por el «thriller» hasta el «crescendo» narrativo definitivo sin aparcar en los márgenes la sátira social ni el relato de costumbres.Siempre cercana al género, en esta ocasión la autora uruguaya realiza un relato psicológico que disecciona los mecanismos de la propia escritura, pequeña trasgresión a pautas tradicionales en el gremio: «Como los cocineros, los escritores nunca revelan sus recetas, pero aquí yo lo cuento todo: la investigación, la creación de personajes...», confesó durante la presentación.La protagonista de «Juego de nilos», «reflejo impúdico» de Posadas, es una madura novelista de éxito inmersa en la creación de una obra de misterio y asesinato en la que, inconscientemente, reproduce un episodio oscuro de su niñez que empieza a repetirse en el entorno cercano de su hija, concebida durante un calculado «viaje de apareamiento». Referencias como ésta a nuevas formas familiares y a decisiones personales inconcebibles hace apenas veinte años salpican un relato que avanza en tres planos narrativos distintos, que no renuncia al humor y donde el destino incierto de los personajes confirma que Posadas es uno de esos escritores «ciegos» que desconocen hacia dónde caminan sus obras.




*Tomado de: Librería Cervantes, 19 de abril, 2006.




miércoles, 26 de abril de 2006

Gonzalo Mallarino Flórez



Escritor invitado XIX Feria Internacional del Libro de Bogotá.




Nació en Bogotá en 1958. Sus primeros poemas aparecen en el periódico El Tiempo en 1984, y su primera colección de poemas en la antología Se nos volvieron aves las palabras, editada por el Gimnasio Moderno, en 1986. También es autor de los libros Cármina (1986), Los llantos (1988). La ventana profunda (1995), La tarde, las tardes (2000), con los que ha obtenido varios reconocimientos importantes, entre ellos: Mejor envío extranjero en el concurso literario Javiera Carrera, Valparaíso (1986); Mención de Honor en el concurso hispanoamericano de poesía Octavio Paz, Cali (1988), y Primer Premio en el concurso literario Brantevilla, Bogotá (1993). Sus poemas han sido incluidos en diversas publicaciones y antologías.


Según la costumbre, primera novela de la trilogía que continúa Delante de ellas, fue publicada por Alfaguara en 2003.
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La historia de la medicina del siglo pasado


El segundo parto de Gonzalo Mallarino (1)


Mauricio Sojo Vásquez


El poeta Gonzalo Mallarino, quien camina ahora por los terrenos de la novela, acaba de revelar un nuevo trabajo, titulado Delante de ellas, en el que desentraña el mundo caótico, urgente y muchas veces cargado de ternura conmovedora, que enfrentaban los médicos a mediados del siglo pasado.Alicia Pinedo, protagonista de esta historia, es una infatigable ginecobstetra empeñada en buscar cura para las fiebres puerperales que, en los años cuarenta, llevaron a la tumba a una buena cantidad de parturientas. En este empeño llega a inyectarse sangre proveniente de una paciente contaminada de estreptococos, y a seguir de cerca, aunque con esto arriesgara su vida, las prácticas de una perniciosa partera llamada La Graciana.En medio de su lucha, Alicia, ella que fue educada para salvar, para rescatar al enfermo y darle paso a la vida, se encuentra de pronto en una terrible encrucijada. “Siempre será fácil tomar las decisiones ajenas”, dice Mallarino. “Las propias son las que duelen”. En la página decisiva de la historia tendrá que contemplar al aborto, es decir, la muerte, como una posibilidad. Este es el punto de quiebre entre el juramento del médico y el desespero de la madre, y el momento en que más cierta parece la frase que Mallarino eligió para la contraportada: “Médico, cúrate a ti mismo”.Era la Bogotá de tranvía, antes del nefasto 9 de abril, cuando Usme era pueblo y en los alrededores del Materno crecían bosques de eucaliptos. Justo en el momento en que la medicina, terriblemente atrasada para ese entonces, empezó a debatirse entre la tradición enraizada y la modernidad. Por esto, Alicia debe enfrentarse a su antagonista, La Graciana, como una muestra de la lucha que en ese momento libró la medicina.La historia, sospechosamente bien documentada, es el segundo eslabón de una trilogía que se ha propuesto Mallarino. El primero fue Según la costumbre, novela que transcurre en la Bogotá de principios del siglo XX, una ciudad lluviosa, enlodada y carcomida en sus entrañas por una implacable epidemia de sífilis. El doctor Pinedo, padre de Alicia y protagonista de esta primera novela, se atreve a ingresar en el oscuro mundo de burdeles, que era el foco de la enfermedad, para intentar controlarla con las precarias armas que tenía en su arsenal médico. Años más tarde, y ya en Delante de ellas, su hija, Alicia, enfrenta una epopeya similar y, como su padre, hará lo inaceptable con tal de triunfar.(1) Tomado de El Espectador, 28 de agosto, 2005.

viernes, 31 de marzo de 2006

Oscar Godoy Barbosa

Nació en Ibagué, Tolima, en 1961. Comunicador social-periodista de la Universidad Externado de Colombia, realizó estudios de postgrado en literatura, en la Universidad de París III. Ejerció el periodismo en distintos medios de comunicación de Bogotá, y en la actualidad es colaborador de revistas de información general. Ejerce la docencia en el Taller de Escritores de la Universidad Central y en el Departamento de Humanidades y Letras de esa misma institución académica. Ganó el Concurso Nacional de Cuento para Trabajadores, en 1998, con el relato Mis jueves sin ti, y el Concurso Nacional de Novela Aniversario Ciudad de Pereira, en 1999, con la obra Duelo de miradas. En guión resultó seleccionado en el concurso “No se le arrugue”, de Punch Televisión (2000), con el guión Concierto para violín y carretera, y en la convocatoria “Que ruede el talento”, del Ministerio de Cultura (2001), con el filminuto Emergencia. Relatos suyos han sido incluidos en antologías de Editorial Planeta (2002) y del concurso de cuento corto del diario El Tiempo (2001).

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Los desafueros del amor*
Por: Isaías Peña Gutiérrez

Contrario a la razón o a la prudencia. Más que el estrago. Así es el amor en esta novela.El daño del amor llega después del desafuero. Casi jamás se siente como un daño, además. No lo es en su momento. Se admite y se persiste en esa complicidad mutua hasta cuando las señales que lo contradicen aparecen inesperadamente, y las consecuencias se asumen como un dolor necesario.Antes se pensaba que la relación estragaba si fallaba. Se olvidaban del goce padecido, agradecido, amamantado. Y la imprudencia desaparecía de su papel principal. El amor no puede ser prudente; es contrario a la razón. Y se enreda en miles de piélagos; se llena de ambigüedades atizadas por los motorcitos del alma humana. La nostalgia, los celos, las dudas, la ansiedad, la misma subjetividad de los hechos más objetivos, el azar, la invalidez de los valores que respaldan a todas las axiologías, sirven de cultivo y abono a la irracionalidad del amor.

Porque, tal vez, sólo así el amor existe. La enfermedad de los románticos, se consagra ahora como el gran desafuero de los tiempos modernos.Y eso es en esta premiada y dolorosa y gran novela de Óscar Godoy, Duelo de miradas. Novela sorpresa en la narrativa de final de siglo.

Capaz de entregarnos, sumados todos los desafueros, un viaje irredento de un grupo de muchachos de ciudad que cuando han descubierto el amor -recorriendo y recurriendo a los más exigidos espacios del sexo y del humor-, se encuentran con que el amor ha desaparecido.

Itinerario tejido en la memoria de personajes caracterizados desde adentro, con una fuerza vital increíble, sin perder el tono en ningún momento.En un contrapunto que aviva el interés de las dos historias narradas, la solidez del descalabro o tragedia del protagonista, que no logra descifrar a su inasible Claudia (¡qué bisturí el de este joven autor para lograr las caídas y ascensos de esta relación juvenil!), se complementa con lade aquellas muchachas que libran la gran batalla de su adolescencia en el círculo de su educación familiar. Todos cuentan con sinceridad, con dolor, con angustia. La escritura de un gran narrador, que ha madurado con los años, los auxilia y así se brindan en una novela que encontrará muchos lectores de todas las edades.Porque en ese duelo de miradas todos pierden. Sólo gana el lector. Que engolosinado, se ha partido el alma con esasirracionales, apasionadas y reales historias paralelas, contadas mientras transcurre una desapacible mañana de Domingo de Ramos, lugar donde confluyen acciones y narradores.Santafé de Bogotá, Octubre de 1999*Tomado del Prólogo de la novela: Duelo de miradas Pereira, Colombia 1999

jueves, 16 de marzo de 2006

Nahum Montt


Nació en Barrancabermeja, Colombia, 1967. Estudió Literatura en la Universidad Nacional de Colombia y Maestría en Educación en la Universidad Externado de Colombia. Docente de la Universidad Distrital Francisco José de Caldas y la Universidad Externado de Colombia, donde dirige el taller “El oficio de la ficción narrativa”. Ha sido asesor pedagógico del área de Lenguaje en el Ministerio de Educación, ICFES Y AFACOM. El Eskimal y la Mariposa obtuvo el Premio Nacional de Novela 2004, otorgado por el Instituto Distrital de Cultura y Turismo de Bogotá.
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Nahum Montt, autor de 'El eskimal y la mariposa, muestra una Bogotá oscura, lluviosa y truculenta (1)
Con esa historia policíaca ganó el Premio Nacional de Novela del Instituto Distrital de Cultura y Turismo.
Montt suelta una carcajada. Alguien lo recrimina por hacer feas a todas las mujeres de su libro. Ni una se salva. Ser horribles es la desgracia de esas pobres mortales que dejan de existir en la página 255 de su novela.
Y entre esas mujeres (Cassandra, Mayra y una vendedora de chance) está Bogotá.
Es vista como un sitio truculento, atrapador, perdido en su propia memoria, lleno de soledad e inspirador de la misma, con historias que se viven en los pisos altos o en oscuros callejones o en el cementerio.
No es una Bogotá para un catálogo de turismo tradicional, pero sí la de los días que transcurrieron entre la muerte de Bernardo Jaramillo Ossa (22 de marzo de 1990) y los posteriores a la de Carlos Pizarro León-Gómez (26 de abril de 1990), con personajes reales que se mezclan con los ficticios y espacios cotidianos que, aunque han cambiado, siguen existiendo.
San Victorino, hoy con un parque como fachada, se refleja con su caos. Un payaso de oficio vende almuerzos pero se 'cuadra' la vida aparentando ser comerciante de empanadas. Lleva un canasto con trasfondo, "donde se cargaban todo tipo de armas ilegales para la venta en esos días de asesinatos y sicariato", dice el autor, que se demoró cuatro años en terminar El eskimal y la mariposa, escrita en las madrugadas.
Se tomó su tiempo para corroborar los hechos históricos de esos días e ir más allá de los mismos. "Rastrear datos y nombres, saber qué había pasado con tanta gente implicada". También, coincidir hasta con las carátulas de las revistas, los nombres de las películas de TV que más se veían y los titulares de los periódicos.
'Coyote' es el protagonista. Policía sin uniforme pero adscrito a la seguridad, juega para todos los bandos: persigue matones y ladrones y hace parte de los grupos de sicarios de alto nivel. Sus funciones son, más bien, en la parte organizacional pero está obligado a aparecer en el escenario del crimen.
También se mueve en Medicina Legal donde busca pistas. "Y un amigo sociólogo que terminó trabajando allí me dijo que entre la muerte había encontrado el sentido de la vida". Pero adicional a este espacio el lector se encuentra con el Cementerio Central, "una tierra de nadie en la parte donde entierran a los NN, por la que de noche no pasan los vigilantes pero sí, según muchos, se enfrentan pandillas y hay violaciones".
El 20 de Julio que muestra Montt no es el del Divino Niño redentor sino el que hay detrás de la fe: mercaderes de todos los pelambres, trásfugas pero humanos, que comercian con la vida sin olvidarse de su familia ni de su forma de ser feliz.
(1) En: Rubio, Claudia. ELTIEMPO.COM, Bogotá: enero 27 de 2005.

martes, 21 de febrero de 2006

Juan Alvarez




Juan Fernando Álvarez, nació en la ciudad de Neiva en 1978. Bachiller del Liceo Juan Ramón Jiménez y miembro del TEUC (Taller de escritores de La Universidad Central) en el año de 1995.


Estudió Filosofía y una opción en Literatura en la Universidad de Los Andes.En agosto del 2002, y gracias a una beca de trabajo, viajó a la frontera México-norteamericana para adelantar estudios de maestría en el programa bilingüe de creación literaria de la Universidad de Texas con sede en El Paso.


Ha publicado cuentos, entrevistas y ensayos en revistas colombianas, peruanas y norteamericanas. Falsas Alarmas, es su primer libro confesable con el cual ganó el Premio Nacional de Cuento Ciudad de Bogotá 2005, otorgado por el Instituto Distrital de Cultura y Turismo.