CASPAS: UNA ODISEA GRECOLOMBIANA
Ricardo Bonilla Molina
“El muchacho sintió la mano sobre el
hombro y quiso mirarla
y la vio inmensa, tranquila, posada
encima de él como un gran pájaro de luz,
un ala del sol que daba brillo a su
vida en las más escondidas arenas de Persia.”
del cuento Vivir otra vez
Luego de leer Caspas, breves cuentos del docente y escritor Joaquín Peña Gutiérrez, aprovecho la ocasión para mencionar algunas posibilidades de sentido que surgieron de estas lecturas donde una profesora y sus estudiantes de básica secundaria viven intensas situaciones de colegio. Transgrediendo verdades talladas en los pilares de la escuela y en el constreñido imaginario escolar que compartimos. Una obra literaria bruñida por la economía del cuento. Al tiempo que se ocupa del lenguaje pregunta por su magia creativa, por su novedad, por sus contenidos: por la vida. El autor en su oficio explorará evocaciones, silencios, ausencias y posibilidades discursivas para desarrollar, a través de un diálogo en incesante contrapunto, a mi parecer una interesante metamorfosis emancipadora en la palabra.
Para justificar
nuestras banderas, que no es otra cosa que supervivir, comúnmente nos
aferramos a movedizos territorios de significados. Al ser leídos armamos
trincheras de sentidos que imponemos lingüística y perversamente en las diarias
relaciones de poder porque detrás de cada enunciado existe la pretensión de
armar un discurso para defender intereses. Pero no somos tan fuertes, jugamos,
negociamos parcelas en donde verdad y mentira se funden. La literatura
serpentea nuestros caminos más ciertos. Recrea nuestro lenguaje.
Reconstruidos los
latentes mundos de la ficción, la interpretación crítica emergerá en un
horizonte más amplio de significados de lectura de la realidad en la
experiencia cotidiana, en los textos y en la interacción. Se resignifican
escenarios. La escritura consiste en urdir un mundo para el lector,
resignificar la vida implica reflexión, valoración y esfuerzo. Nuestro autor
consigue elaborar una propuesta para el lector. Configura creativamente
un código, un hábil entramado de signos: señas, marcas e indicios en
general, que se ofrecen para que el lector retado los reconstruya como en la
escena a la que no asistió, para llegar al sentido del texto. La profe Luz
transmutada en la hermosa ave persa Simorgh, se anuncia como poderoso signo
tutelar. El significante vive sólo cuando es leído, animado.
La esencia explosiva
del acto pleno de lectura es de dinámica reciprocidad, de respuesta a la vida del texto.
Joaquín Peña aviene la presencia
laboriosa del lector. Dispone una lectura afable pero exigente, lo persuade
pero lo invita a participar. A que se asome, curioso niño, por los intersticios
de la vida. Le exige un trabajo: olvidar un primer significado, construir un
nuevo sentido. Lo real es tan constitutivo como la fantasía. Así, nuestro autor
le propone contemplar la profesora Luz, bella durmiente, personaje de fantasía
que vive en una casa de cristal; que en las circunstancias más aciagas
fantasee. Aquí, la elipsis se convierte en el enganche constante de quien lee:
la respuesta, su cordón umbilical. Leer es trabajar. Para el profesor de
literatura George Steiner la lectura es acción. Sentencia en El lector no
común la obligación primaria de respuesta de quien está dando vida al
texto. Lo evidencia la raíz común entre respuesta (reply) y réplica
(replication). Leer bien es contestar al texto, ser contestante al texto, contestabilidad
que reúne los elementos cruciales de respuesta y responsabilidad.
Corresponsabilidad. Leer bien es entrar en reciprocidad responsable con el
libro que es leído, es embarcarse en total intercambio. Maduro para el
comercio dirá el poeta inglés Geoffrey Hill. Fértil contrapunto, péndulo
responsorio pregunta-respuesta. Deviene trato ludens, estalla novedad, surge
otro texto como el que ahora usted lee. Joaquín, el profesor que se abroga el
cierre sesudo del libro, respondiendo(se), reflexionando sobre su acto creador,
confiriendo la génesis del mismo, especulando sobre insospechadas rutas,
contesta al fabulador. Sentencia, comenta, discurre. Dialoga.
La provechosa economía del cuento: ningún elemento es
accesorio. El español Andrés Berlanga, autor de La Gaznápira, dice a
propósito del cuento "Para mí el cuento no es un relato o una estampa, sin
más, sino un mundo con entidad propia, con argumentos sugerentes y abierto,
pero de ciclo cerrado, si es posible con pirueta final verosímil; con ironía y
emoción en sus entrañas, con algo de misterio o intriga, vinculado a mi tiempo
y con un lenguaje que sea médula, y no postizo, de lo que narra." La
redacción de los cuentos contenidos en Caspas es fluida, amena, ágil y
coherente con la intensidad de cada historia. Lo no dicho, lo vedado, el
límite, el umbral de sus sombras le otorgan a las historias una exquisita y
sugestiva economía; deleite y vivacidad. Cómplices ya del texto, azuzado
nuestro poder de evocar. Nosotros completamos el texto. Lo vivificamos. En
justa medida la información ofrece un mundo con identidad propia; relacionados
acertadamente hechos e ideas a favor del ágil argumento. Descripciones
mesuradas consiguen tramarlo hábilmente, urdido desde el vivo pasado del
lector, veta de las recurrentes elipsis; detonantes de vedados secretos. Las historias
escolares son reinventadas o vueltas a presentar de manera novedosa. Crueldad,
conmiseración, autoritarismo, bondad, suicidio y hasta el hostigante
acoso o matoneo se pasean por los días escolares. Hechos cotidianos anudados
pero como hilos de filigrana, el detalle, consigue verosimilitud: nos hace
trabajar en otra versión de aquello que dábamos por sabido.
Siempre en soterrada
pugna con lo establecido y respetando abiertamente sus adversarios, la profe
Luz ejerce autoridad, hace escuela fuera del orden de la escuela; su
sabiduría radica en el hecho de trascender las escalas de lo local y de
lo inmediato hacia la toma de decisiones inmediata y eficaz. La profe Luz
construye un discurso conjuntamente con sus Caspas desde una enseñanza como
posibilitadora del pensar; como acontecimiento complejo de saber y de poder, de
tensión. De confrontación. Una suerte de praxis, un hacer en el que los otros son autónomos y
responsables del desarrollo de su propia autonomía. La intención formativa no
se circunscribe únicamente en los espacios de la educación formal, sino que
trasciende a todos aquellos escenarios socioculturales donde se generan
procesos de transformación tanto de los propios sujetos como de sus realidades.
Educa en la palabra, en el lenguaje
como un fenómeno de producción e interpretación de sentido que aúna
comunicación, expresión y significación, dinamiza pensamiento, acción,
interacción y creación; a la manera de Borges, se trata de la promoción de las
sobre-interpretaciones, la apuesta por la creación de un nuevo texto en el
propósito general de llegar a entenderse sobre algo, actitud cooperativa señalaría
Habermas. Acción comunicativa
discursiva. Disenso y acuerdo posible de mantener en actitud
cooperativa. Para Mockus, involucra pretensiones de validez que pueden llegar a
ser problematizadas. Problematizar la pretensión de verdad: Ud ha cuestionado
lo por mi dicho, discutamos: aporte razones para poner en cuestión mi
pretensión de verdad y yo aporto razones para defenderla.
Al inicio se trata de
un texto ajeno que una vez tanteado vadeamos, luego nos habita, nos colma; nos
arranca sorpresa, llanto, nostalgia. Evoca. Oficio de la palabra que aflora en
la oquedad. Así como profusas las
elipsis, los silencios son fundamentales, cada relato nos deja cavilando, nos
involucra para entrar con nuestros pensamientos en conversa. Diálogos intensos
y estremecedores resultamos entonando múltiples voces. La voz de los personajes
goza de libertad, fiel a su registro plagado de zoomorfismos colombianos para
designar la viveza que les ha hecho héroes. Surgir. Jerga que los autodesigna
como realmente son ellos, en sus momentos más intensos y con sus motes. Sapito
marico, abeja, mosca, el picaflor enamorado, caspitas. Pugnan entre sí los
adjetivos inaceptables y los déspotas. Juego paradojal del lenguaje que afirma
nuestros héroes escolares. Crean otro orden, otro mundo: crear conceptos
a decir de Deleuze y Guattari. La Voluntad de poder de Nietzsche:
reordenación de los elementos opresores, resignificación liberadora. Metamorfosis
emancipadora en la palabra.
Polifonía. Las
historias como las frases son certeras notas, que alternadas devienen contrapunto. Se nos hacen presentes
cada vez de manera más enternecedora, a veces emocionante. Su tiempo literario,
presente fugaz como las charlas y las conversaciones, contiene todos los
tiempos, evoca. ¿Quién de niño no perteneció a algún cruel o fantástico clan;
quién no libró luchas contra gigantes? Arquitectura de la palabra en función de
hechos que son conocidos en la tradición escolar pero vueltos a narrar desde
otra esquina del tinglado. Esa dependencia de la palabra que nos lleva
pendulantes desde el cotidiano lenguaje metafórico -el instinto ficcional para
Nietzsche- hasta los intersticios de la realidad a
los que somos ciegos pero que son las vetas del atropellado caudal, de las
afluentes vidas de los demás. Versiones otras. Joaquín es un observador
-que escribe- al que le es dado construir otra versión, advertir aquello en lo
que los demás no reparamos; se impone la mirada del observador que nos va
guiando. Prepondera la experiencia del caminante. Toma distancia de la
lectura y escritura como pilares tradicionales de la sociedad del conocimiento,
la verdad, la certeza y la información. Traduce a la literatura gestos de los
personajes, su dolor, su abismo, su tragedia actualizada en una lengua soez
también literaria, hecha procacidad, borde y periferia. Hablan las miradas y
cada cual ve lo que vive. Pasado, presente y futuro contenidos en mundos
diferentes. Profesor y estudiante, miradas diferentes.
Personajes con vida
propia, con pensamiento propio. Con ellos los escritores nos hacen viajar hasta
hacia sus mundos inventados. Shakespeare nos hizo ver la sociedad como una
puesta en escena en la cual todos somos actores y cada quien con su máscara de
rey o de mendigo, profesor o estudiante, hombre o niño se enfrenta a sus
miedos, arriba a sus conquistas; dirá Pessoa,
cada vez una persona diferente en combate y adversario singulares.
Joaquín actualiza la pregunta sobre qué lectura hace cada cual de su
adversario: nuevos antifaces para el profesor y el estudiante, desvanecidas sus
máscaras distantes; ahora un enfrentamiento distinto, un nuevo encuentro, en
una pugna renovada que los fortalece, descentrada ya la tradicional imagen del
profesor. Nueva lectura. Surge con la maestra Luz otro perfil de quien enseña,
su magia. Prevalece el sentido común de la maestra, el acumulado de su
experiencia hecha pericia en el diario quehacer. No sanciona con sus conceptos,
camina por la ruta solidaria del lenguaje que lo hace comunión. Animadora
del debate. Dialoga en una escuela que nos niega. Afirma. Siempre que haya una
respuesta honesta para su el estudiante problema la dará, a la
violencia, a la orfandad; a la obtusa burocracia; al vandalismo; al hambre. En
una sociedad que, por diferente, maltrata al menor y deja a sólo la educación tareas que no atiende, como en la magistral
película de la nueva ola francesa 400 golpes de François Truffaut, donde
se pinta el dramático retrato de jóvenes frustrados y marginados; como el de
vacuos profesores gendarmes del control que azuzan a un desesperado adolescente
que no es sino otro lobo estepario que decide vagar solitario y huye de
la manada buscando su libertad. Una lección que
ilustra cómo nuestros niños y jóvenes padecen sus épocas, libran sus propias y
anónimas gestas: el temerario viaje a Ítaca -tan caro a
Cavafis- que nunca nos defraudará.
Los humanos creados
sumisos por el Olimpo, finalmente se rebelan. Transgreden su destino. Guerreros
de la vida contra la maldad, el odio y el temor, por el amor. Acción que
justifica viajes y odiseas de Aquiles y Perseos. Esta obra en conjunto es una odisea grecolombiana, zurcido intertextual,
colmada de relatos épicos que recuerdan nuestra condición mítica. Héroes
que leen a los héroes. La sabiduría y las
emociones saltan incontenibles desde las clases de literatura a la batalla de
los días; los episodios de sufrimiento, dolor, llanto y gloria se
amalgaman. Pululan caballos serpiente, alados, dragones; las Penélope, Circe y
Calipso de rostro andino. Se vierte el mito griego en el barrio
colombiano. La saga ahora es en los andes colombianos. Homero y Joaquín
demiurgos que cantan sus gestas. Relatan cada uno a su manera las tragedias. La
escuela, coliseo de la gesta cotidiana. Paseos de la muerte palidecen a
Odiseo porque infantiles y jóvenes héroes disputan su vida en la arena
del patio del colegio. Mortal combate que recuerda nuestras pérdidas, la madre
ausente, el desprendimiento de seres amados, la familia, la tribu
desgranada. Esta suma de crudas y vivas historias son también la saga de los
niños en su tránsito hacia la juventud. A manera de un fresco, un como bullicio
variopinto. El verdadero personaje: la vida.
“Asomó a la puerta y se detuvo. ¿Cuál es el plan de acción? Ante nuevas
circunstancias, propuestas nuevas, se dijo. Miró los pasillos, el patio
inmenso, el recreo, la algarabía difusa. Los rostros. Tantos rostros. Y cuerpos
en bullicio de todo. Crecimiento, hambre, talento, vicio, alegría, mañas,
desamparo, el duro, el extraordinario bullicio de la vida”
del cuento De los males, ¿el peor?