viernes, 31 de marzo de 2006

Oscar Godoy Barbosa

Nació en Ibagué, Tolima, en 1961. Comunicador social-periodista de la Universidad Externado de Colombia, realizó estudios de postgrado en literatura, en la Universidad de París III. Ejerció el periodismo en distintos medios de comunicación de Bogotá, y en la actualidad es colaborador de revistas de información general. Ejerce la docencia en el Taller de Escritores de la Universidad Central y en el Departamento de Humanidades y Letras de esa misma institución académica. Ganó el Concurso Nacional de Cuento para Trabajadores, en 1998, con el relato Mis jueves sin ti, y el Concurso Nacional de Novela Aniversario Ciudad de Pereira, en 1999, con la obra Duelo de miradas. En guión resultó seleccionado en el concurso “No se le arrugue”, de Punch Televisión (2000), con el guión Concierto para violín y carretera, y en la convocatoria “Que ruede el talento”, del Ministerio de Cultura (2001), con el filminuto Emergencia. Relatos suyos han sido incluidos en antologías de Editorial Planeta (2002) y del concurso de cuento corto del diario El Tiempo (2001).

________________________________________________


Los desafueros del amor*
Por: Isaías Peña Gutiérrez

Contrario a la razón o a la prudencia. Más que el estrago. Así es el amor en esta novela.El daño del amor llega después del desafuero. Casi jamás se siente como un daño, además. No lo es en su momento. Se admite y se persiste en esa complicidad mutua hasta cuando las señales que lo contradicen aparecen inesperadamente, y las consecuencias se asumen como un dolor necesario.Antes se pensaba que la relación estragaba si fallaba. Se olvidaban del goce padecido, agradecido, amamantado. Y la imprudencia desaparecía de su papel principal. El amor no puede ser prudente; es contrario a la razón. Y se enreda en miles de piélagos; se llena de ambigüedades atizadas por los motorcitos del alma humana. La nostalgia, los celos, las dudas, la ansiedad, la misma subjetividad de los hechos más objetivos, el azar, la invalidez de los valores que respaldan a todas las axiologías, sirven de cultivo y abono a la irracionalidad del amor.

Porque, tal vez, sólo así el amor existe. La enfermedad de los románticos, se consagra ahora como el gran desafuero de los tiempos modernos.Y eso es en esta premiada y dolorosa y gran novela de Óscar Godoy, Duelo de miradas. Novela sorpresa en la narrativa de final de siglo.

Capaz de entregarnos, sumados todos los desafueros, un viaje irredento de un grupo de muchachos de ciudad que cuando han descubierto el amor -recorriendo y recurriendo a los más exigidos espacios del sexo y del humor-, se encuentran con que el amor ha desaparecido.

Itinerario tejido en la memoria de personajes caracterizados desde adentro, con una fuerza vital increíble, sin perder el tono en ningún momento.En un contrapunto que aviva el interés de las dos historias narradas, la solidez del descalabro o tragedia del protagonista, que no logra descifrar a su inasible Claudia (¡qué bisturí el de este joven autor para lograr las caídas y ascensos de esta relación juvenil!), se complementa con lade aquellas muchachas que libran la gran batalla de su adolescencia en el círculo de su educación familiar. Todos cuentan con sinceridad, con dolor, con angustia. La escritura de un gran narrador, que ha madurado con los años, los auxilia y así se brindan en una novela que encontrará muchos lectores de todas las edades.Porque en ese duelo de miradas todos pierden. Sólo gana el lector. Que engolosinado, se ha partido el alma con esasirracionales, apasionadas y reales historias paralelas, contadas mientras transcurre una desapacible mañana de Domingo de Ramos, lugar donde confluyen acciones y narradores.Santafé de Bogotá, Octubre de 1999*Tomado del Prólogo de la novela: Duelo de miradas Pereira, Colombia 1999

jueves, 16 de marzo de 2006

Nahum Montt


Nació en Barrancabermeja, Colombia, 1967. Estudió Literatura en la Universidad Nacional de Colombia y Maestría en Educación en la Universidad Externado de Colombia. Docente de la Universidad Distrital Francisco José de Caldas y la Universidad Externado de Colombia, donde dirige el taller “El oficio de la ficción narrativa”. Ha sido asesor pedagógico del área de Lenguaje en el Ministerio de Educación, ICFES Y AFACOM. El Eskimal y la Mariposa obtuvo el Premio Nacional de Novela 2004, otorgado por el Instituto Distrital de Cultura y Turismo de Bogotá.
____________________________________________

Nahum Montt, autor de 'El eskimal y la mariposa, muestra una Bogotá oscura, lluviosa y truculenta (1)
Con esa historia policíaca ganó el Premio Nacional de Novela del Instituto Distrital de Cultura y Turismo.
Montt suelta una carcajada. Alguien lo recrimina por hacer feas a todas las mujeres de su libro. Ni una se salva. Ser horribles es la desgracia de esas pobres mortales que dejan de existir en la página 255 de su novela.
Y entre esas mujeres (Cassandra, Mayra y una vendedora de chance) está Bogotá.
Es vista como un sitio truculento, atrapador, perdido en su propia memoria, lleno de soledad e inspirador de la misma, con historias que se viven en los pisos altos o en oscuros callejones o en el cementerio.
No es una Bogotá para un catálogo de turismo tradicional, pero sí la de los días que transcurrieron entre la muerte de Bernardo Jaramillo Ossa (22 de marzo de 1990) y los posteriores a la de Carlos Pizarro León-Gómez (26 de abril de 1990), con personajes reales que se mezclan con los ficticios y espacios cotidianos que, aunque han cambiado, siguen existiendo.
San Victorino, hoy con un parque como fachada, se refleja con su caos. Un payaso de oficio vende almuerzos pero se 'cuadra' la vida aparentando ser comerciante de empanadas. Lleva un canasto con trasfondo, "donde se cargaban todo tipo de armas ilegales para la venta en esos días de asesinatos y sicariato", dice el autor, que se demoró cuatro años en terminar El eskimal y la mariposa, escrita en las madrugadas.
Se tomó su tiempo para corroborar los hechos históricos de esos días e ir más allá de los mismos. "Rastrear datos y nombres, saber qué había pasado con tanta gente implicada". También, coincidir hasta con las carátulas de las revistas, los nombres de las películas de TV que más se veían y los titulares de los periódicos.
'Coyote' es el protagonista. Policía sin uniforme pero adscrito a la seguridad, juega para todos los bandos: persigue matones y ladrones y hace parte de los grupos de sicarios de alto nivel. Sus funciones son, más bien, en la parte organizacional pero está obligado a aparecer en el escenario del crimen.
También se mueve en Medicina Legal donde busca pistas. "Y un amigo sociólogo que terminó trabajando allí me dijo que entre la muerte había encontrado el sentido de la vida". Pero adicional a este espacio el lector se encuentra con el Cementerio Central, "una tierra de nadie en la parte donde entierran a los NN, por la que de noche no pasan los vigilantes pero sí, según muchos, se enfrentan pandillas y hay violaciones".
El 20 de Julio que muestra Montt no es el del Divino Niño redentor sino el que hay detrás de la fe: mercaderes de todos los pelambres, trásfugas pero humanos, que comercian con la vida sin olvidarse de su familia ni de su forma de ser feliz.
(1) En: Rubio, Claudia. ELTIEMPO.COM, Bogotá: enero 27 de 2005.