Nació en Ibagué, Tolima, en 1961. Comunicador social-periodista de la Universidad Externado de Colombia, realizó estudios de postgrado en literatura, en la Universidad de París III. Ejerció el periodismo en distintos medios de comunicación de Bogotá, y en la actualidad es colaborador de revistas de información general. Ejerce la docencia en el Taller de Escritores de la Universidad Central y en el Departamento de Humanidades y Letras de esa misma institución académica. Ganó el Concurso Nacional de Cuento para Trabajadores, en 1998, con el relato Mis jueves sin ti, y el Concurso Nacional de Novela Aniversario Ciudad de Pereira, en 1999, con la obra Duelo de miradas. En guión resultó seleccionado en el concurso “No se le arrugue”, de Punch Televisión (2000), con el guión Concierto para violín y carretera, y en la convocatoria “Que ruede el talento”, del Ministerio de Cultura (2001), con el filminuto Emergencia. Relatos suyos han sido incluidos en antologías de Editorial Planeta (2002) y del concurso de cuento corto del diario El Tiempo (2001).________________________________________________
Los desafueros del amor* Por: Isaías Peña Gutiérrez
Contrario a la razón o a la prudencia. Más que el estrago. Así es el amor en esta novela.El daño del amor llega después del desafuero. Casi jamás se siente como un daño, además. No lo es en su momento. Se admite y se persiste en esa complicidad mutua hasta cuando las señales que lo contradicen aparecen inesperadamente, y las consecuencias se asumen como un dolor necesario.Antes se pensaba que la relación estragaba si fallaba. Se olvidaban del goce padecido, agradecido, amamantado. Y la imprudencia desaparecía de su papel principal. El amor no puede ser prudente; es contrario a la razón. Y se enreda en miles de piélagos; se llena de ambigüedades atizadas por los motorcitos del alma humana. La nostalgia, los celos, las dudas, la ansiedad, la misma subjetividad de los hechos más objetivos, el azar, la invalidez de los valores que respaldan a todas las axiologías, sirven de cultivo y abono a la irracionalidad del amor.
Porque, tal vez, sólo así el amor existe. La enfermedad de los románticos, se consagra ahora como el gran desafuero de los tiempos modernos.Y eso es en esta premiada y dolorosa y gran novela de Óscar Godoy, Duelo de miradas. Novela sorpresa en la narrativa de final de siglo.
Capaz de entregarnos, sumados todos los desafueros, un viaje irredento de un grupo de muchachos de ciudad que cuando han descubierto el amor -recorriendo y recurriendo a los más exigidos espacios del sexo y del humor-, se encuentran con que el amor ha desaparecido.
Itinerario tejido en la memoria de personajes caracterizados desde adentro, con una fuerza vital increíble, sin perder el tono en ningún momento.En un contrapunto que aviva el interés de las dos historias narradas, la solidez del descalabro o tragedia del protagonista, que no logra descifrar a su inasible Claudia (¡qué bisturí el de este joven autor para lograr las caídas y ascensos de esta relación juvenil!), se complementa con lade aquellas muchachas que libran la gran batalla de su adolescencia en el círculo de su educación familiar. Todos cuentan con sinceridad, con dolor, con angustia. La escritura de un gran narrador, que ha madurado con los años, los auxilia y así se brindan en una novela que encontrará muchos lectores de todas las edades.Porque en ese duelo de miradas todos pierden. Sólo gana el lector. Que engolosinado, se ha partido el alma con esasirracionales, apasionadas y reales historias paralelas, contadas mientras transcurre una desapacible mañana de Domingo de Ramos, lugar donde confluyen acciones y narradores.Santafé de Bogotá, Octubre de 1999*Tomado del Prólogo de la novela: Duelo de miradas Pereira, Colombia 1999

